
Las exóticas islas Maldivas, destino preferente del turismo de lujo de cóctel y biquini, viven estos días un enconado debate en el Parlamento y la calle sobre si dar al islam un rol más pronunciado, con medidas como la prohibición del alcohol.
Maldivas es un pequeño archipiélago del Índico con una pujante industria turística que hasta ahora ha aplicado de forma liberal los preceptos del islam, la religión oficial del estado y credo casi unánime entre sus poco menos de 400.000 ciudadanos.
El Gobierno se halla bajo una intensa presión islamista desde hace una semana a raíz de una convocatoria en Malé, la capital, de una coalición de ONG y seis partidos políticos opositores para manifestarse contra la acción "antiislámica" del Ejecutivo.
Según estimaciones de los organizadores, al acto acudieron miles de personas que entonaron cánticos favorables a la "sharia", o ley islámica, en el país y a una acción política más decidida a favor de sus preceptos.
"No a los ídolos en esta tierra sagrada", "No a los asesinos sionistas", rezaban algunas de las pancartas que portaban los manifestantes, contrarios a permitir vuelos al país desde Israel o la representación de deidades ajenas al islam.
El presidente maldivo, Mohamed Nasheed, reaccionó con virulencia contra la protesta, afirmó que su país no podrá alcanzar el desarrollo "volviendo a la Edad de Piedra" y manifestó su apoyo a una vía "tolerante" del islam, de acuerdo con "Minivan".
Pero más tarde, su formación, el liberal Partido Democrático Maldivo, parece haber dado marcha atrás, y el secretario de prensa presidencial, Mohamed Zuhair, aseguró que el Gobierno tomaría medidas urgentes para satisfacer a los manifestantes.
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